En la isla canaria de Tenerife, irrumpi— en los a–os 80, como un verdadero vendaval en la amodorrada vida insular, el movimiento insolado, que auspiciaban los escritores Armando Azar y Juan Llampallas. De ef’mera singladura, "Insolaci—n" prodig— variopintos nœmeros de revista, colecciones de plaquettes, papeles volantes, guiones radiof—nicos, piezas teatrales, etc., y gener— una larga correspondencia entre sus miembros, todo lo cual, convertido hace a–os en ignoto y legendario, se ve por fin antologizado, para lecci—n de un siglo escu‡lido y sin norte. Estas piezas maestras del desparpajo, el humor y la mistificaci—n, nutridas de poes’a y del requerimiento de lo imaginario, llevan el sello del m’tico editor Bertholoff La Menthe, quien ha animado la publicaci—n definitiva, en forma de almanaque, del ins—lito legado insolado. Como invitado especial a esta explosi—n de fuegos artificiales, consta el almanaque de una sesi—n de magia a cargo del gran artista brasile–o Zuca Sardan.